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LA CASCADA DE BABEL: Historia, Letras, Libros

De hoy en adelante

In memoriam: Ángel González, poeta (Oviedo, 1925-Madrid, 2008)

In memoriam: Ángel González, poeta (Oviedo, 1925-Madrid, 2008)

Aún no hemos terminado enero y tengo que escribir un segundo obituario. Ha muerto uno de los más genuinos representantes de la llamada generación del medio siglo. Desde que escribiera su primer poemario, Áspero mundo (1956) supo crear uno de los universos poéticos más reconocibles de nuestra literatura contemporánea. Profundamente marcado por la Guerra Civil  (uno de sus hermanos fue asesinado por falangistas) marchó, como tantos, al exilio. Ejerció el magisterio en la Universidad de Nuevo México hasta su vuelta definitiva a España ya jubilado, en 1993.

            Mi primer contacto con sus poemas se produjo cuando estudiaba COU. Mi profe de Lengua Española nos entregó una antología poética con el compromiso de que eligiésemos un poema para declamarlo en clase si queríamos aprobar. El de Ángel González caló tan hondo en mis 19 años, que terminé declamando uno de Jaime Gil de Biedma. El primero era demasiado bueno para la voz alta: si lo compartía, ya no sería íntimamente mío. Aprobé Lengua con nota de todos modos y aún recuerdo versos de aquel temprano flechazo poético... Ángel González dejó dicho que “para vivir un año hace falta morirse muchas veces mucho” Y tanto... ¿verdad, Gus?

Descanse en el  Parnaso...

Relaciones Iglesia - Estado: crónica de un amor imposible...

Relaciones Iglesia - Estado: crónica de un amor imposible...

Con gobiernos menos cristianos, la Iglesia vive mejor. No lo digo yo, lo decía el Cardenal Tarancón allá por los años 80, en los tiempos de la Santa Transición. Nunca un gobierno democrático había tratado tan bien a la Iglesia y la curia está que trina con ZP... Una manifestación en favor "de la familia cristiana" (¿?) un obispo llamando vicio a la homosexualidad y diciendo que algunos menores incitan a que se abuse de ellos (confirmado: el morbo sólo existe en la mente de quien lo ve por todas partes). Serenémonos. Se supone que somos un Estado aconfesional, por lo tanto, deben tener cabida todas las confesiones, sin trato de favor hacia ninguna en concreto. 

Muchos gays son católicos; cualquier heterosexual católico mínimamente cuerdo recurre a la planificación familiar. El actual gobierno sólo ha hecho lo que el ex-presidente Adolfo Suárez consideraba que debían hacer los gobiernos legítimos: dar rango de ley a lo que ya es corriente en la calle. La Iglesia se repondrá, como se ha repuesto siempre de todas las tormentas de la Historia. El problema es que necesita (demasiado) tiempo. Si pensamos que, hasta no hace mucho, Franco entraba en las catedrales bajo palio, parece lógico que para el sector más reaccionario del episcopado español, cualquier tiempo pasado haya sido mejor... Por una vez en la vida, Llamazares ha dado en el clavo: Cría obispos y te sacarán los ojos.

¡Ay, Virgen santa, qué nostalgia de personas con sentidiño como Tarancón!

In memoriam: Xaime Quessada Porto (Ourense, 1937-2007)

In memoriam: Xaime Quessada Porto (Ourense, 1937-2007)

¡Por fin tengo un discípulo en España! Esto fue lo que exclamó Pablo Picasso al conocer algunas de las obras de Xaime Quessada, pintor, escultor, autoproclamado escritor cojonudo y artista por encima de todo. Su estilo es muy deudor de la época azul del genio malagueño, pero Quessada hacía lo que le daba la gana. Sus obras hablan por él más que cualquier tratado de arte, así que no es a ellas a lo que voy a dedicar este obituario. Quiero escribir sobre la imagen que tengo de él, cuando aceptó que le entrevistara para mi asignatura de Historia del Arte Contemporáneo, en mi segundo curso de licenciatura, allá por el invierno de 2000...

Me propuse hacer algo rompedor recurriendo a un artista vivo, que pudiera contarme por su boca qué era su arte. Me invitó a su casa (Lucenza, le gustaba llamarla) y me echó en cara que no le ayudase a bajar los termos de café solo que nunca faltaban en su mesa (en aquel tiempo, yo aún no había conocido a un asiduo lector de este blog que me descubrió ese y otros vicios...). Con su obra puso a Ourense en el mapa. En sus penetrantes ojos azules de niño eterno, podía una asomarse al mundo. Café, cigarrillos y charla eran inseparables de su cuerpo huesudo y vibrante. Yo nunca tuve la sensación de estar entrevistando a un mito, ni a un divo. Sí a un hombre preocupado por la deriva consumista del mundo y del arte, que no soportaba la verborrea a sueldo de los críticos (esos que nunca han creado nada original y que sólo vomitan bilis sobre las creatividades ajenas). Su puerta estaba siempre abierta a gentes e ideas. Cercano, tratable y sencillo, conversar con él era subirse a un bote, tirar los remos y dejarse arrastrar por el torrente de sus palabras.

La repentina muerte de su único hijo Xaime, pintor como él a los 30 años (junio 2006), fue un golpe del que no logró reponerse. Los restos de padre e hijo reposan ya en el cementerio de O Carballiño, mi tierra. Por una vez, me siento orgullosa de  que su última morada sea la villa en la que yo nací. Quisiera poder visitarle un rato a donde sea que vayan los muertos para asisitir a alguna de sus charlas con Picasso, café solo por medio, claro.  Mi bella Auria empieza el año un poco más huérfana... ¡Hasta siempre, Xaime! Llorando

LA LEY DE LA (¿DES?)MEMORIA HISTÓRICA: FLACO FAVOR A LA DEMOCRACIA

LA LEY DE LA (¿DES?)MEMORIA HISTÓRICA: FLACO FAVOR A LA DEMOCRACIA

Cuando escribo esto, colean aún los encendidos debates por la llamada Ley de la Memoria Histórica, que tan trabajosamente ha conseguido llegar adelante nuestro gobierno.

Vaya por delante que como historiadora, considero que los términos historia y memoria no deberían ir juntos, aunque esta tan ubicua como vaporosa expresión haya hecho mucha fortuna. Son los pueblos los que tienen historia; son las personas las que tienen memoria. La reconstrucción de muchas memorias individuales a partir de lo conservado tras la tormenta de los siglos, da lugar a la Historia de una colectividad, que no es otra cosa que un relato consensuado que la legitima y cohesiona igual que su lengua o sus costumbres. Por eso, que un gobierno legisle sobre ella merece, creo, una reflexión más serena y reposada que la que yo he tenido ocasión de leer y escuchar en los últimos meses. 

El tema es espinoso y presenta muchas más vertientes de las que parece. No voy a entrar aquí en la eterna discusión sobre quién encendió la hoguera de la Guerra Civil y quién se afanó más en buscar leña para alimentarla. Pero su consecuencia no tiene vuelta de hoja: una dictadura de casi cuarenta años basada en el poder personal y en el constante contrapeso de las heterogéneas fuerzas que la sustentaban, cimentada sobre la sangre de aquellos a los que se venció y eliminó porque no tenían cabida en el Nuevo Estado. Estos fueron los hechos, sin los conservantes ni colorantes que ciertos (pseudo)historiadores han querido añadirles en libros de ruidoso éxito mediático destinados a lectores ya convencidos. No es justo que media España haya estado silenciada por la otra media durante tanto tiempo, y en ese sentido, devolverles la voz a quienes la perdieron  a sangre y fuego es una iniciativa muy loable y desde luego, políticamente higiénica. Pero tal vez esta Ley llegue a destiempo. En perspectiva histórica, setenta años es algo tan imperceptible como una gota de lluvia dentro del diluvio. Las heridas necesitan dos cosas para cicatrizar: tiempo y voluntad de reconocer el daño que han causado para no volver a inflingirlo. Y ni una cosa ni la otra se han dado en abundancia todavía (¿hace falta recordar la cerril renuencia del PP a condenar de una vez la dictadura franquista?). Dejarse llevar por una politización tan beligerante de los argumentos como la que gastan PSOE y PP no conduce a nada, si de verdad se pretende sembrar la concordia definitiva entre los españoles (cosa distinta es el oportunismo político...).

Lo que aún no he leído en ningún libro ni escuchado a ningún sesudo polemista es cómo la izquierda española está entrando en el mismo juego de la derecha con el tema de la apertura masiva de fosas. Cierto que estos colectivos han sido decisivos en el despertar de la conciencia de una tragedia que hasta hace muy poco pasaba estereotipada y de puntillas por los libros de texto. Pero instigar a los familiares de las víctimas a desenterrar a sus muertos puede acabar convirtiéndose en un juego perverso: la historia es un cuento manipulable y si eliminamos todas las huellas de la catástrofe, los españoles del próximo siglo crecerán pensando que su país fue siempre un vergel de sol, playa, toros y paella. Eso es precisamente lo que busca la derecha: ¡esta es la cara oculta de su argumento de no reabrir heridas y todos hicimos cosas reprobables en tiempo de guerra!. Lo que habría que hacer es pedagogía con los familiares, sin rentabilizar políticamente su legítimo derecho a saber en qué cuneta están amontonados sus deudos. Pedagogía para explicarles que su padre, hermano o abuelo muerto no debería pasar al íntimo nicho familiar, porque si permanece en esa cuneta o barranco con  un monolito que le identifique como víctima de una dictadura, cumple una doble función esencial: la de avergonzar eternamente a los culpables y la de sembrar la semilla del recuerdo, tan necesaria para evitar repetir errores.

Utilizar a las familias de represaliados es más fácil que concienciarlas. Pero esta es, a mi modo de ver, la auténtica cuestión de fondo en el tema de la memoria histórica. Se trata de la memoria que heredarán los que nos sigan, los valores en los que pretendemos educar a las nuevas generaciones de españoles y, con ello, el afianzamiento real de la democracia. Atreverse sin complejos a coger el toro por los cuernos sí sería auténtica EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA, con mayúsculas.