Elogio del sofá
Ojeando una revista, mis ojos se cruzaron con el curioso bibliosofá (!) que ilustra este post y no he podido resistirme a publicarlo aquí. Quienes me conocen bien, saben de mi debilidad por los sofás. En este tiempo nuestro tan individualista, yo veo los sofás con lugares propicios par el encuentro, la confidencia, la charla íntima, la caricia -táctil y auditiva- hacia el otro y, en definitiva, el relax despreocupado [reivindico desde aquí esa dulce sensación de no hacer nada, tan proscrita en esta era de urgencias fútiles y rapideces vacías]. Hace unos días, mientras disfrutaba de un tardío desayuno barcelonés en Starbucks, me enteraba de que fue esta cadena estadounidense la primera que introdujo sillones y sofás en sus locales. Por una vez, me alegro de que el resto de cafeterías haya ido copiando una tendencia yanqui...
Desde luego, leer un libro en un buen sofá un día de lluvia tiene su punto. Yo no sé si este modelo en concreto será cómodo, pero es ideal para vagos: basta con colocar alrededor los libros preferidos para tenerlos todos al alcance de la mano... Si leer es vida, leer cómodo es calidad de vida!
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